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Fallece Marino Mancho, sacerdote de Ciempozuelos durante 30 años

Sonia Gómez Mas Miércoles, 23 de Septiembre de 2020 Tiempo de lectura:

Fue también profesor de religión durante muchos años en el Instituto Rey Juan Carlos.

[Img #27185]El que fuera vicario parroquial de la Iglesia de Santa María Magdalena de Ciempozuelos durante 32 años, Marino Mancho Vives, falleció el pasado 17 de septiembre en Huesca a los 84 años. El sacerdote diocesano llegó a la localidad de Ciempozuelos en 1979 para ser profesor de religión en el Instituto Rey Juan Carlos, pero no tardó mucho en comenzar a formar parte también de la iglesia local.

 

Se instaló en una pequeña casita que tenían las Hermanas Oblatas en la localidad y quienes le conocían dicen de él que era un cura diferente, avanzado a su tiempo y de mente muy abierta. “A Marino podías hablarle con total libertad y él te escuchaba sin juzgar, hacía que la relación con él fuera muy fácil”, dice una de las feligresas habituales de la parroquia.

 

Destacan de él su gran corazón y su generosidad. El “mañico” como le llamaban a veces por ser natural de Zaragoza, estuvo durante años visitando la casa de acogida Basida, en Aranjuez, una asociación de ayuda a enfermos de sida y drogodependientes y también fue misionero en Venezuela.

 

En Ciempozuelos también llevaba a cabo una gran labor con aquellos más desfavorecidos y quienes tenían relación con él aseguran que siempre estaba del lado de “aquellos que tenían necesidades, tanto económicas como emocionales” y que era alguien “muy humano”. "Pilar, con 96 años, todavía recuerda como Marino se llevaba a su nieto al colegio en coche porque tiene una prótesis en la pierna, ya que tiene una de las extremidades sustancialmente más larga que la otra y le cuesta caminar", comenta Julián, el actual cura de la que fue la parroquia de Marino. 

 

En el pueblo le tenían prácticamente como un pacificador en situaciones de conflicto familiar y destacan que siempre estaba disponible para escuchar a aquellos que necesitasen consuelo. “Le recordaremos por sus misas cortas, sus homilías claras y concisas, su espíritu crítico, su buen carácter y su servicio a nuestro pueblo y a su gente”, afirman algunos vecinos de la localidad.

 

Como profesor, influyó en la vida de muchos jóvenes que le recuerdan como “una persona muy razonable y justa, que derrochaba energía por todos lados y que hacía que vivieses la religión, no solo te daba la clase. De los poco profesores que conseguían que atendiesen toda la lección”, recuerdan sus alumnos.

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