Tenía razón Murphy -o como se llame el hombre ese- cuando vaticinaba que si algo va mal, aún puede ir peor. Buen ejemplo de ello son las nuevas subidas de la luz y del gas que se suman a las subidas de otros impuestos, correos, gasolina, etc. con los que empezamos la cuesta de enero, que ya no es de enero como antes, ahora es de todo el año y cada vez más empinada.
Dice el ministro Sebastián que la subida de la luz representa lo que puede costar un café. Yo no tomo café, pero sé que su precio es muy distinto según lo tomes en un sitio u otro, pero aparte del dichoso café lo cierto es que en mi casa -somos cuatro personas y sólo yo trabajo y en precario- tenemos un parado con 426 € que en febrero dejará de cobrar porque el Gobierno suprime esta ayuda, dos niños, una hipoteca que nos agobia, teléfono, luz, comunidad, impuestos municipales…
Creo que los mandamases ignoran las necesidades reales que tenemos los peatones. Algo así como aquello que le dijeron a Mª Antonietta: “Señora, el pueblo no tiene pan”. “Pues que coman bollos”, dicen que respondió.















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