Las señoras de la limpieza: noches y madrugadas de alegría
![[Img #23028]](https://zigzagdigital.com/upload/images/07_2019/9773_opinion_ferro_mujeres_limpiadoras.jpg)
De las primeras cosas que me llamaron la atención al coger el tren a las siete de la mañana en Atocha para venir a trabajar a Pinto, eran los ejércitos de mujeres, muchas uniformadas y algunas con sus instrumentos de limpieza en la mano, que volvían a sus casa en la periferia sur de Madrid y que habían pasado la noche limpiando las oficinas de grandes empresas, bancos y centros comerciales. Medio adormiladas la mayoría y otras de buen humor, bromeando entre ellas, y casi todas llamando a sus casas para que los chicos tomaran algo antes de irse al colegio y se ocuparan de sus hermanos pequeños. La inmensa mayoría emigrantes venidas de América del Sur, del Este de Europa y de los países del Norte de África. Al llegar a Pinto veía a otras mujeres, ¿o eran las mismas? limpiando portales y escaleras de comunidades de vecinos, también comercios y oficinas con sus trapos, cubos y fregonas, el teléfono móvil sujeto con su hijab, el pañuelo musulmán, hablando con sus hijos que iban ya camino del colegio.
Cuantos proyectos de progreso económico y de libertad se estrellan contra el insalvable muro de los contratos precarios, de los salarios mezquinos y de la indiferencia generalizada. Si alguien necesita de la comprometida atención de los movimientos feministas y sindicales son estas heroicas mujeres, que con dobles jornadas de trabajo y una alegría que me cuesta entender, hacen habitables nuestros lugares de trabajo y sacan penosamente adelante a sus familias. Entiendo que las políticas reaccionarias las hagan blanco de sus iras, son las víctimas propiciatorias de un conflicto que los políticos conservadores provocan, enfrentando a pobres contra pobres. A mí me provocan una inmensa ternura, y estoy seguro de que con un poco de ayuda institucional y social muchas de ellas podrían ser figuras preeminentes de nuestra agotada sociedad, algunas seguro que lo eran en sus comunidades de procedencia, ya que han demostrado una voluntad férrea para aventurarse en un camino incierto, aprender otro idioma, adaptarse a otros usos sociales y espaciales, no olvidarse de su origen y además sonreír.


















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