María Luisa apura su copa de anís, toma una siempre después de comer -“creo que ese es su secreto para mantenerse tan joven”, comenta uno de sus nietos-, su momento de placer junto a su Atleti y los toros. El pasado 13 de enero Mª Luisa Romano Lebrón celebraba su 101 cumpleaños, convirtiéndose en la centenaria del municipio.
Pinteña incondicional, María Luisa ha nacido y pasado prácticamente toda su vida en Pinto. Esposa de un marido, Julián Infante, madre de cinco hijos, abuela de 9 nietos y bisabuela de 13 bisnietos, toda su familia la define como “la matriarca” –“siempre se hace lo que dice ella, nunca se la cuestiona, sabe imponerse y todos respetamos sus decisiones, hasta los más pequeños”, dice tajante una de sus hijas- y resumen como “una mujer trabajadora y luchadora que siempre ha conseguido sacarnos adelante”. María Luisa ha sido matadora -donde se ganó el mote de “La Morcillera”-, doncella, cocinera, encargada de una sala de rifas y hasta empresaria de su propia droguería.
Tres guerras | En el último siglo, España y Europa han pasado de la decadencia y la muerte, al progreso. Tres guerras recorren las venas y el recuerdo de María Luisa. Nació a cinco meses, un 13 de enero de 1914, de que estallara la Gran Guerra -sólo dos años más tarde, su madre moriría de gripe, teniendo que vivir con sus abuelos (los “Trigueros”) hasta los 6 años, e interna en el Colegio San José hasta los 16, cuando regresó con su padre y sus hermanos-, se casó a los 21 años –su recuerdo “más bonito”- en 1935, a menos de un año de que se produjera el Golpe de Estado contra la II República Española que desencadenó la Guerra Civil y vivió desde la distancia las barbaries de la mayor contienda bélica de la historia, la II Guerra Mundial.
Julián, el marido de Luisa, combatió en la Guerra Civil con el ejército republicano. “Durante el conflicto viví en Madrid, cuando volví a Pinto estaba todo arrasado, sólo quedaba el Ayuntamiento, no había nada”, recuerda Luisa, “las compañías distribuían alimentos a los ciudadanos para que pudieran sobrevivir”. La participación de Julián en la guerra condenó también a Luisa, a quien encarcelaron por ser esposa de un combatiente republicano. “Viví en mis propias carnes la represión a `las mujeres de los rojos´”, recuerda con conmoción.
“Liberación”, fue lo que sintió María Luisa con la muerte de Franco, con la que se puso fin a la dictadura franquista. “España cambio a mejor, progresó”, sentencia.
Pinto | “Todo ha cambiado, absolutamente todo”, comenta María Luisa sobre el “pueblo del barro”, como era denominado Pinto en la década de los 50 y los 60 del siglo pasado, debido a las inundaciones que provocaban el desbordamiento del arroyo que cruzaba el municipio. “Pinto no ha cambiado sólo sus calles, sus casas y sus tiendas, también ha cambiado su gente y su modo de vida”, observa Luisa.
Mujer | Julián murió a los 42 años y María Luisa se quedó sola y sin pensión, a cargo de sus hijos. Para sobrevivir, en 1964, María Luisa se mudó a París junto a una de sus hijas donde trabajaron como cocinera y doncella en una casa parisina. Luisa vivió en París durante tres años, hasta que unas molestias en el pecho hacen que el médico le recomiende volver a España. Cuando regresó a Pinto, trabajó en la casa de los conocidos hermanos Fúster, dueños de la empresa pinteña Pistones.
Además del hambre, otro de los peores recuerdos de María Luisa en esos años era situación de la mujer. “La discriminación hacia nosotras en aquellos tiempos era horrible”, recuerda la centenaria. “Teníamos que obedecer a los hombres o te daban una paliza”, declara reconociendo el avance actual, “ahora la mujer está mucho mejor, no tiene nada que ver y no puedo más que alegrarme por ello”.
Anécdotas | El transporte que hoy conocemos ha evolucionado de manera extraordinaria lo largo de la historia. La primera vez que María Luisa viajó a Madrid con su marido se desplazaron en un carro tirado por un burro. Al llegar a Atocha, la Guardia Civil les obligó a detenerse y a continuar sin el carromato. "Tuvimos que dejarlo en una pensión y coger el tranvía", relata María Luisa risueña.
La pinteña ha escrito un libro a modo de "memorias". El marido de una de sus nietas le propuso que contara por escrito la historia de su vida, como un diario que después pudieran leer sus familiares. La idea se transformó en un original libro auto editado que llama a la lectura de sus seres queridos.
Incansable sonrisa | María Luisa no ha perdido las ganas de disfrutar y, siempre que puede, juega con los niños de la casa. Primero fueron sus hijos, luego sus nietos y ahora sus bisnietos. "Le encanta jugar con los niños, si está alguno por aquí se pasan el día jugando", revelan sus familiares mientras la centenaria juega con uno de sus nietos, dándose con los cojines del sofá el uno al otro.
María Luisa se despide desde el sofá, un merecido descanso después de cien años y tres guerras, que ella contempla ya desde la distancia con una sonrisa en los labios.
Jose Lagos | Lunes, 23 de Marzo de 2015 a las 14:15:32 horas
Muchas gracias por el artículo sobre mi tía abuela, mi padre le tenía un gran cariño.
Salud.
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