Nombres con y sin fundamento
Este mes se cumple el décimo aniversario de la visita de la infanta Cristina a Pinto para inaugurar el centro cultural que lleva su nombre. Además de rechinar que un centro cultural pinteño lleve el nombre de una persona sin ningún mérito cultural, las circunstancias actuales de la infanta aconsejarían cambiar ese nombre por otro más acorde con la función del edificio.
El 15 de este mes de abril se cumplen 10 años de la visita de la infanta Cristina a Pinto para inaugurar el Centro Cultural que lleva su nombre. Si entonces dar el nombre de la infanta a un centro cultural pinteño era una excentricidad, puesto que no tenía ni tiene mérito alguno para semejante honor, hoy todavía chirría más. El motivo por el que el alcalde de Pinto en 2004 [Antonio Fernández, del PSOE] decidió poner a la antigua Casa de la Cadena el nombre de infanta Cristina, no tiene nada que ver con la cultura. Lo hizo por populismo y por eficacia electoral. Fernández había comprobado unos años antes la enorme rentabilidad política que le supuso la visita a Pinto de los reyes de España para inaugurar el Parque Juan Carlos I, y se limitó a repetir la jugada tal como haría un año después con otra dotación ‘real’, el pabellón Príncipes de Asturias, aunque en este caso, con Fernández ya bajo sospecha, los príncipes, bien asesorados, decidieron no asistir a la inauguración.
El 15 de abril de 2004 Pinto salió a la calle para recibir a la infanta Cristina y a su mediático marido Iñaky Urdangarín. En su breve paseo desde la plaza de la Sagrada Familia hasta la calle de la Cadena, la infanta recibió los aplausos y los halagos sinceros de los pinteños. Entonces aún no eran conocidos ni el presunto fraude fiscal de la pareja real ni sus chanchullos económicos. Pero hoy nadie (y menos Antonio Fernández) hubiese propuesto el nombre de la infanta para un centro cultural. Es más, hoy lo que procede es proponer otro nombre que reúna méritos objetivos para semejante honor.
Y una persona que reúne estos requisitos, aunque no precisamente para un edificio cultural, es el fallecido presidente Adolfo Suárez. Pinto le debe un hueco a este presidente creador del consenso y demócrata convencido, cuya figura se engrandece con el tiempo. Ciertamente, el citado Antonio Fernández (alcalde de Pinto, 1995-2005) dio el nombre de Adolfo Suárez y de los demás ex presidentes de los gobiernos democráticos españoles a calles de La Tenería II, iniciativa loable. Pero como era habitual en el polémico Fernández, junto a estos nombres también figuraban los de los alcaldes democráticos de Pinto: Carlos Penit, Gloria Razábal y el mismo Antonio Fernández. Es decir, el nombre de un alcalde condenado por prevaricación (Penit), el de una alcaldesa de paja (Razábal) y el de un alcalde bajo sospecha (Fernández). Cuando el PSOE perdió las elecciones de 2007, el nuevo gobierno PP-JpP tomó la decisión de suprimir todos los nombres de los políticos a las calles de La Tenería II, cuando en realidad lo que debía haber hecho era suprimir los nombres de los políticos pinteños por motivos obvios de higiene democrática. Pero ya que hizo eso el PP en 2007 debería hacer lo mismo en estos momentos con el inadecuado nombre de la infanta en el edificio cultural público más importante de Pinto.
Y de paso debería cumplir la Ley de Memoria Histórica y suprimir los nombres de personas o entidades estrechamente vinculadas con la Guerra Civil o con el periodo franquista, siempre y cuando se hayan puesto sus nombres no por su valor científico o cultural y sí por su relevancia antidemocrática.
















Benozzo Gozzoli | Domingo, 20 de Abril de 2014 a las 20:24:38 horas
Lo lógico es que se llamase "Centro Cultural Casa de la Cadena".
Es un buen nombre, a alguno se le ocurrirá también García Márquez... Si cada vez que se muere alguien tenemos muy buenas ideas, como la del aeropuerto de Barajas...
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