Francisco González Villar (61 años) es el propietario de la pescadería más conocida y de mayor prestigio de Pinto, “La Joya del Mar”. Muy pocos pescaderos de la región de Madrid pueden mostrar un currículum profesional comparable al de este pinteño. “Premio Internacional a la Calidad”, concedido por el Ministerio de Pesca; primeros premios a la “Excelencia al Detallista” y “Para saber lo que te pescas”, otorgados por el FROM; tercer premio en el concurso de “Corte y Presentación de Pescado Fresco”, de IFEMA; representante de España en la “Conferencia Euromediterránea del Pescado” (1997); invitado a participar en varios “Salones del Gourmet” (donde conoció personalmente a la princesa Letizia); colaborador del Ministerio de Pesca en la campaña “La semana del Pescado”, en la cual enseñó a centenares de colegiales de Madrid las excelencias del pescado; “Premio Zigzag” por su aportación al prestigio de Pinto…
Paco -como te pide que le llames cuando dices dos veces Francisco- nació en Santa Catalina de Somoza (Astorga-León) y desde pequeño se unió al producto de la mar. Con 11 años se vino a Madrid para iniciar la profesión que le define y de la que se siente “muy orgulloso”, pescadero. En 1980 abre con su mujer, Eva, “La Joya del Mar”, que le une a Pinto para siempre.
Joyas del Mar sólo hay una
El éxito de su pescadería en Pinto hace que Paco y Eva decidan abrir, en 1997, otra en Valdemoro. “Tardé pocos meses en vender la tienda a uno de mis empleados”, comenta, porque “este tipo de negocio es muy personal” y la nueva pescadería “me exigía abandonar un poco la de Pinto”. “Lo pasaba mal”, confiesa, y “no pude seguir”.
Al que madruga, Mercamadrid le ayuda
Para conseguir la mercancía más fresca de Pinto, es esencial el madrugón. “Llevo toda la vida levantándome a las cuatro de la mañana para llegar a la primera venta del Mercado Central”, explica. Allí, “transcurridas dos horas el buen pescado ya está todo vendido y las adquisiciones a partir de esas horas pierden calidad”.
La filosofía de Paco es intentar vender lo mejor dentro de una horquilla de precios asumible, “y para eso, hay que madrugar”, zanja el empresario. “Siempre trato de hacer las cosas lo mejor que sé y puedo”.
Trato personalizado
Para este madrugador, que se declara ‘colchonero’ (seguidor del Atlético de Madrid) y cumplidor con su bar en el café por las mañanas y la manzanilla por las tardes, “en un negocio es fundamental el trato con el cliente”. Paco concibe la venta como una charla. “Conocemos a los clientes y a su familia, y nos preocupamos por cómo van sus hijos en el colegio, si se termina de curar el catarro o si les gustó la película del domingo”.
“Siempre estamos disponibles. Si un cliente quiere algo que se sale de lo habitual, hacemos lo imposible por conseguírselo”. Éste -afirma el pescadero-, es el “quid principal” que les diferencia de las grandes superficies, las cuales “lo basan todo en el precio y la oferta”.Calidad y confianza
Los pescados más demandados en Pinto, según el pescadero, son merluza, gallos, lubina salvaje y dorada. “Ahora hay un tirón en el mercado de la cervina”, explica, “un pez muy apreciado por su buena calidad, hasta hace poco desconocido, y que está a un precio razonable”.
Desde hace unos años, La Joya del Mar comenzó a vender merluza de Puerto Celeiro, un pescado de gran calidad, con denominación de origen. Es la única pescadería que tiene este producto en Pinto.
Caída del comercio local
Años atrás, Paco puso su granito de arena para dinamizar el comercio local, ocupando puestos de responsabilidad en la Asociación de Comerciantes de Pinto (ACIP). También está implicado en la defensa de su profesión a nivel regional colaborando con ADEPESCA, la asociación más representativa del sector en la Comunidad de Madrid, de la que es tesorero.
“Podemos buscar mil causas para explicar la caída del comercio local -se lamenta el pescadero- pero, aparte de la crisis, creo que ha empeorado por la instalación indiscriminada de grandes superficies”.
Antiguas zonas comerciales, como la calle Hospital, pierden vida y clientes. “En Pinto estamos al límite”, denuncia, “basta con dar una vuelta por las calles, ves los comercios con muy poco público”.
Por lo que respecta a los planes municipales para fomentar el comercio local, Paco reconoce que “siempre lo han hecho con buena voluntad, pero es insuficiente”. De la misma manera, comenta que ACIP “ayuda en lo que puede, pero el comercio local necesita algo más”.
Sin embargo, no es pesimista y augura que “dentro de un tiempo volverá a resurgir el comercio local”.“Pinto es mi casa”
“Pinto es mi casa, aquí me casé, aquí han crecido mis hijos y aquí siguen”. Y se muestra agradecido. “Eva y yo encontramos ayuda en mucha gente cuando llegamos. Si hoy estamos donde estamos, es gracias a nuestros vecinos, a esos primeros clientes con quienes fuimos creciendo".
Aunque dice que ve “cada vez más cerca” su jubilación, lo cierto es que sigue unido a su pescadería. “Espero encontrar quien prolongue La Joya del Mar”, comenta, al tiempo que habla de su hijo Juan, licenciado en Derecho, y a quien le entró el gusanillo del pescado desde pequeño, algo de lo que el padre se siente “orgulloso” y “encantado”.
Si “crear un negocio es muy difícil”, como dice Paco, conseguir darle continuidad con éxito durante más de tres décadas es extraordinario, me parece a mí. Y Paco lo ha culminado.
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