No todo es irreparable. Sobre ello se asienta el envite moral de un hombre, de una mujer. Y su grandeza. Y su miseria. Porque no es fácil decir en qué recodos de nuestras vidas nos equivocamos. No siento antipatía alguna por el concejal Daniel Santacruz. Al contrario. Y aunque yo no le voté, al cabo es mi/nuestro representante: lo son todos los concejales de la Corporación municipal. Pero no tiene patente de corso. Ni potestad de escupir insultos y decir las sandeces que ha dirigido a Juana Valenciano, tan representante como él de la institución municipal. Ahí su mezquindad -la de Santacruz- sólo es vencida por su solemne simpleza. Y su ausencia de disculpas convierte aún en más vomitivo su error. Uno puede haberse equivocado gravemente en política. Si es así, explicita con claridad su error y abandona. Para siempre. No pasa nada: muchos lo han hecho antes. No arrepentirse de haber pastado en el fango y seguir viviendo del sueldo político, sella un vacío moral perfecto. El retrato miserable de la política local que nos ha dejado Santacruz ya lo hemos vivido en otras ocasiones, en otros tiempos y con otros actores. Sub sole nihil novi est (nada nuevo bajo el sol) | Agustín Alfaya.















Agustín Alfaya | Jueves, 20 de Diciembre de 2018 a las 14:25:11 horas
Siempre hay esperanza. O debería haberla. Comparto contigo, V, tu descripción sórdida del escenario. Y lo que es peor: las piezas del escenario salen de la sociedad. Pero aún así quiero resistirme a la desesperanza. Aunque sepa o intuya que no tengo mucho argumentos. Saludos
Accede para votar (0) (0) Accede para responder