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Clara Obligado

Crítica de “Cuentos umbilicales”

Miércoles, 25 de Noviembre de 2015 Tiempo de lectura:

“A mi madre, desde que se paró su reloj, vivo sin tiempo”. Una frase del libro de Gloria Galán, “Cuentos umbilicales”, que podríamos interpretar de muchas maneras, pero que da cuenta de un duelo y de un tema literario muy potente: la pérdida. Y, también, los relojes que habitan estos cuentos, que son muchos, y que nos llevan a esa idea de que la literatura, de alguna manera, es tiempo que se salva del tiempo, porque está fuera del transcurrir de todos los días. Qué sería de nosotros sin la ficción que nos tiene y nos sostiene, pienso, mientras los leo. De la ficción, que nos detiene.

Y voy a mencionar el epígrafe del último cuento:

Todo el mundo sabe que el tiempo es muerte, muerte que se esconde en los relojes” (Federico Fellini)

Dicho esto, para que veáis que nuestra autora no se anda con chiquitas (hay que animarse, como Proust, con el tiempo perdido). Vamos ahora a otros temas que aparecen en los epígrafes. Aquí uno que reconozco, y que me encanta, es de la escritora argentina Silvina Ocampo,

"Afuera está la primavera inmunda".

Ese uso magistral del adjetivo, porque “inmunda” no parece hacer buena pareja con el sustantivo primavera, que evoca, más bien, sensaciones agradables. “La primavera inmunda”. O sea, cuando el mundo está feliz, yo estoy penando. Y también, una señal, un guiño de ojos que nos muestra, y no sabéis cuanto me alegra, que la autora pondrá freno a los adjetivos para precisar un lenguaje que muestra las escenas. Si algo me ha gustado en este libro es lo contundente que es. Todo se dice con las palabras justas. Incluso lo más duro se cuenta así, con las palabras necesarias, ni más, ni menos. La  historia monda y lironda que sorprende porque es sencilla en su forma mientras que lo que se cuenta no lo es, está cuajado de emociones de las que el lector tendrá que hacerse cargo.

Me gustan los cuentos de Gloria Galán Frías porque son sencillos y efectivos, porque salimos de ellos como de una potente experiencia vital, sin adjetivos, sin decorado, sin excesos del lenguaje. Emociones, pues, en carne viva, pero no por eso carentes de ironía, de humor, de magia. Un libro donde lo complejo se vuelve sencillo, donde las emociones se convierten en hechos, en historias.

Y doy paso a otro de los epígrafes de este libro:

“Amor más poderoso que la vida,

perdido y encontrado. Encontrado, perdido" (Jaime Gil de Viedma)

Lo que cuesta elegir,  los precios de cada elección. Lo duro que es, a la larga, optar por lo más sensato, lo más cómodo, y lo incómodo que es elegir lo más auténtico. Digamos: que todo tiene su valor, y su precio. ¿El mundo es de los valientes? ¿El verdadero amor será de los que saben apostar?

Y el peso de las apariencias, y también, de lo que pudo ser, y no fue. ¿En manos de quién ponemos nuestro destino? ¿En las nuestras? ¿En la de los otros? ¿En manos de lo que opinan los demás? ¿O nos dejamos llevar por el amor? ¿Y de qué amor? ¿El sensato o la pasión? Y, digo yo, ¿coinciden la pasión y la sensatez alguna vez en la vida?

Sí, en el fondo, este libro nos interroga sobre las posibilidades y límites de la libertad. ¿Quién nos salvará? Yo creo que en este libro hay una respuesta que la misma Gloria os podrá confirmar: nos salvará la imaginación. Imaginar es, sin duda, adentrarse en habitaciones cerradas, en espacios prohibidos. Pero también es habitar un espacio salvador. Y el tiempo, los relojes de los que hablábamos antes ¿tienen algo que ver? Yo creo que sí. Tal vez nos pueda salvar la imaginación, y la memoria, ya que la memoria no es otra cosa que traer a imágenes lo que se nos ha escapado, lo que fue.

Somos lo que hemos sido, parece decir la autora, y el pasado está tan presente como el porvenir. En realidad, si miramos con detalle estas historias, lo que verdaderamente importa es lo no consumado, lo que no se puede cumplir. La libertad está, más en el deseo, en el acto de desear, más en la fantasía que en la realidad. Es una idea muy interesante. Pero claro, todo tiene sus límites.

Y doy entrada a otro epígrafe:

“Quien tenga un secreto, que no se case” (Kierkegaard)

Las mentiras. Cómo hablar del amor sin sus mentiras inevitables. Cómo hablar de la pasión sin sus secretos. ¿Quién no tiene secretos? ¿Alguno de los que está sentado aquí no los tiene? Gran tema, ¿verdad?

La imaginación, el tiempo, los vaivenes del amor: sus misterios, sus zonas de sombra.

Los antiguos representaban al dios del amor, Cupido, como un niño caprichoso y con alas, o sea, irresponsable en sus decisiones, y dispuesto a escapar en cualquier momento. Este niño peligroso está, además, armado. Lleva un carcaj con sus flechas, o sea, está dispuesto a herir. Herir de manera ciega, lastimar el corazón de forma irresponsalbe, para luego salir volando. En algún punto, este libro señala que estamos en manos de ese destino que ya señalaron los antiguos y que no somos capaces de controlar nuestra existencia. Las historias dan giros imprevistos, es cierto, pero en estos giros del dios caprichoso, aparece la magia. 

Gran verdad, mi querida Gloria, gran verdad.    

Sí, señores, son temas serios, qué duda cabe. Pero en varios momentos de este libro estuve a punto de soltar una carcajada. O, más bien, una risa un poco torcida, irónica, porque el amor, ese amor tan encumbrado, se me aparecía con toda su fuerza grotesca. Como esa señora muy gorda que pasea asida al brazo de su marido, un marido que pierde su brazo entre los enormes pechos de la mujer. Me gusta esta manera de Gloria de cambiar de registro, de no aposentarse en las zonas oscuras sino de descubrir el humor. De pasar de historias realistas a historias con un fuerte componente fantástico.

Y cierro con un último epígrafe, esta vez del maestro Borges:

"¿Quién soy? Estoy tratando de averiguarlo".

Así nos pasa cuando terminamos estos cuentos. ¿Cuál de todas estas identidades es la de la autora? Quizá todas, y quizá ninguna, quizá cuarto y mitad, o deme medio kilo de cada.

Así es la literatura, un espacio espejo donde podemos encontrar a Gloria pero, básicamente, donde podemos encontrarnos a nosotros mismos interrogándonos sobre nuestra circunstancia. Quizá del peso de vivir sólo nos salven las alas del arte, su levedad. Quizá estos cuentos, además de hacernos pasar una tarde amena, sirvan para hacernos pensar sobre nuestras circunstancias.

Gracias Gloria por este libro que encierra tantas emociones y, por qué no decirlo, tanta diversión y espero que, con el tiempo, vayas publicando muchos libros más. Felicidades, querida autora, y mucha suerte.

Clara Obligado nació en Argentina y se exilió a España en 1976. Desde entonces vive en Madrid. Escritora, en 1996 recibió el premio femenino Lumen por su novela 'La hija de Marx', fundó en 1978 su famoso Taller de Escritura Creativa de Clara Obligado. A través de este Taller, Obligado ha sido uno de los introductores del microrrelato en España. La crítica que aquí publicamos son las palabras de Clara Obligado en la presentación de “Cuentos umbilicales” en la casa del Lector de Madrid.

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